La reflexión sobre las dimensiones fundamentales del hombre puede deberse al estupor: asombro ante el coraje que conquista la naturaleza, los mares y los montes ante el genio artístico que se expresa en la música, en la poesía, o ante la fascinación de la amistad y del amor.
Estupor, pues, ante el valor y el misterio de la existencia humana y búsqueda del centro misterioso de esa grandeza. El estupor refleja de algún modo una actitud contemplativa, profundamente reprimida en la civilización contemporánea, pero no apagada